Este curso, y después de sentirme un poco más segura en el uso de las TIC, tomé una decisión creo que valiente y algo arriesgada por mi parte, teniendo en cuenta los pocos medios con los que cuento en el aula para trabajar de esta manera (recordemos que en nuestra Comunidad Valenciana, el alumnado de 3er ciclo no tiene ultra portátiles).
Dejar el libro de texto en el área de Conocimiento del Medio ha sido un paso importante, una decisión que me define como maestra, qué quiero enseñar, qué deben aprender y cómo mis alumnos.
Es verdad, que en mi etapa de Infantil y después ocasionalmente en Primaria ya había trabajado algún proyecto que otro, pero ahora era diferente. Se trataba de construir, crear, acompañar a mis alumnos en su proceso de aprendizaje, ofrecerles herramientas y estrategias para que aprendan a aprender. Una cuestión de convencimiento personal que supone abandonar las ataduras, sentirse capaz de funcionar sin lo que te ordenan y marcan las editoriales.
Muchas veces, es cierto que te sientes sola en tu claustro, e incluso alguna familia no comparte esta forma de trabajar, pues es más fácil "tomar la lección" al niñ@ que tenerlo investigando en internet y ver que empieza a funcionar solo y en algunas cosas sabe más que nosotros. Eso sí, siempre he contando con el apoyo de los compañeros del claustro virtual, que sé que están ahí, que son incondicionales, imprescindibles en el día a día, para ayudar, resolver dudas, darte ánimos.
Pues bien, cuando llevo un par de meses de curso y dos proyectos sobre la Historia trabajados (por cierto, he empezado por la Historia, cuando los libros la dejan para el final), la satisfacción personal es mucha y creo que la de los protagonistas también, que es lo que importa.
Yo aprendo cada día con ellos, creando y organizando recursos, probando nuevas herramientas...Y como era previsible me están sorprendiendo sus trabajos, pero sobre todo sus opiniones que empiezan a plasmar en sus blogs personales, y que no me he podido resistir a compartirlas con todos los que queráis leerlas.
Cuando niños y niñas de once años, cuando tus alumnos lo tienen tan claro, yo como maestra no tengo por más que decirme a mi misma, ¡ánimo Mª Carmen!, este es el camino del APRENDIZAJE, sigue en él, vale la pena.
